- ¿Qué hora tenés, mae?
- Cuarto para las siete.
- Gracias.
- ¿Qué, estás esperando a alguien?
- No, no. Es que quiero llegar a la choza antes de que empiece la mejenga.
- ¿Cuál?
- Diay, mae, la final de la Copa Europea de Naciones. El Manchester contra el Bayer.
- N’hombre , mae. Yo ni me había enterado. Puta es que… Jefe, regálame otra Imperial y una… ¿vos querés otra de esas?... y una Pilsen.
- Gracias, me la voy a tener que tomar mamado porque de verdad no llego.
- Como te decía, güón. El brete me tiene jodidísimo, ya ni me entero de casi nada que no tenga que ver con esa puta oficina.
- ¿En qué trabajás?
- Mae, soy agente de ventas de una importadora de llantas y accesorios para carros. Todo el día es andar de aquí para allá de allá para acá. Montado en un carro todo el día, te imaginás, güón. Con las presas que hay en todo lado. Uno se empieza a deschochar.
- Claro, mae. Pero no creás, yo me la tiro ocho horas sentado detrás de una ventanilla. En la sucursal de Banex en Calle Real.
- ¿Calle Real?
- Sí, ese centro comercial en San Pedro, frente a Ferreterías El Mar.
- Ya, ya. Por ahí tengo un cliente. Un hijueputa por cierto, tengo que hacerle la masaguada para que me compre una miseria cada dos meses, un par de juegos de llantas y uno que otro líquido de esos para el parabrisas o el dash. Por esa comisión la verdad debería mandarlo a la mierda, pero bueno, vos sabés, de comisión en comisión uno se redondea alguito.
- ¿Cómo hay que jugársela, verdad compadre?
- Ni me digás. Te juro que si no fuera por la doña y el lance que me salió en la oficina, dejaría el brete. Puta, pero es que esa es otra…
- ¿Qué, el lance o la doña?
- Bueno, pensándolo bien, las dos. Uno nunca queda bien. El lance quiere que la vea siempre. Como si no supiera que estoy casado, mae. Que por qué no me llevás a bailar, que tu esposa ni se va a dar cuenta que llegás una hora más tarde, que ya no aguanto estar así porque no soy una puta. Y la otra encima de uno todo el día que ya no alcanza la harina, que al mayorcito hay que comprarle útiles, que a la Nurita ya le vino la regla y hay que sumar una caja más de Kotex en las compras del super: ¡Ah no, mae, la vara no es jugando!
- Sí, viejo, uno breteando como un caballo y ellas quejándose. Yo no tengo güilas pero igual la doña pasa mosqueada. Como dicen: la que no jode, es mae.
- Así es, si no es por una cosa es por otra. Nunca se queda bien. En Semana Santa me llevé a la doña y los carajillos para Jacó. ¡Nunca más, compadre! Que qué cabina más fea, que cuidá un rato vos a los chiquillos, que parecés un viejo verde viendo a las mocosas. Viejo verde, si supiera que todavía me la juego. Una noche me quedé en el bar de las cabinas y me levanté a una local, tenía años de no culiar en la playa. Y esa es otra historia…
- Dos más, jefe, y un par de guaros estrai.
- Gracias, mae. Como te decía, eso del sexo es otro pedo. Que por qué ya no hacemos nunca el amor, que por qué siempre llegás a dormir. Eso la doña. La otra con su telele de que por qué nunca me esperás, que por qué así tan rápido. Cogemos casi siempre sombreados en la oficina y la gran puta quiere regarse ella también, con lo que dura para venirse esa zorra.
- N’hombre, si con esto del feminismo la quieren toda. Que uno bretee y que además tenga que hacer lo que ellas digan. No jodás, ¿No querían pollo?
- Sí, sí, a veces lo que dan ganas es de pegarse una buena pijeada y olvidarse de todo.
- ¿Qué, vos le hacés a la vara?
- …No, no… es un decir.
- No, yo tampoco, pero vieras que esta chaqueta me la prestó un primillo que es un gran mafufo y viera lo que me encontré en las bolsas.
- Cómo está esta vara de marigüanos y playos. Es un relajo. Yo, para decirte la verdad, a la droga le hice más carajillo y ahora, diay, si invitan, lo que sí no aguanto es a los playos. Deberían matarlos a todos, o por lo menos meterlos a la Reforma para que se los cojan, de por sí eso es lo que les gusta. Varios años antes de casarme cada tanto tenía tiempo para pasar con los compas de magrugada por la calle de la Bíblica y verguiar a uno de esos travestis, que además son peor que los playos porque quieren engañar a la gente.
- Eehhh!!! Está bueno este Cacique.
- Ya perdí la cuenta, güón. Y ya de fijo se acabó la mejenga.
- Olvidate, mae. Pero tranquilo, echémonos el sarpe, yo te invito.
- Okey.
- Mae, qué buen pantalón. Está tuanis esa mezclilla, claro mirá, se siente que es de la legítima. ¿Es 501? ¿A dónde lo compraste?
- Me lo trajo la doña de Miami.
- ¡A la puta, la doña! Tanto que hablé de ella, debería haber llamado para avisar por lo menos. Bueno, vale picha. Echémonos este sarpe… Y bueno, ¿qué?
- ¿Qué de qué?
- ¿Bambi?
- ¿Bambi qué?
- Va’nvitar a eso que le dejó su primo en la jacket.
- Mae, pero no es mota.
- Diay, ¿qué es? ¿perico?
- Sí, directo de Bolivia.
- ¿Cómo sabés?
- No, no, es por decir algo.
- Bueno, jale al baño.
- Y qué, no hay rollo con el bartender.
- N’hombre si yo lo conozco, siempre vengo a este chante.
- Eso, aquí, métase aquí…cierre la puerta.
- Uy mae, ¿vio qué buenas tetas las de esa hembra de la mesa del fondo?
- Ni me diga, que si me agacho me saco un ojo.
- Voy, aquí en esta llave. Sniff. Ahh!!! Qué rica
- Prestáme la llave…. Snifff. Claro, buenísimo
- Sabe qué, esa mae me dejó templado.
- ….
- Hágase para acá un toque, así sin miedo
- …
- Ayúdeme con la faja… ajá… uy mi rey, mire qué pichota.
- …
- Sí, qué bárbaro, ajá, recuéstese más contra la pared, ajá-
- Rico.
- Sí, sí, venga, venga, ajá, qué rica lechita.
- Sáquese la suya ahora.
- Tome, le gusta… Mire cómo me tiene.
- …
- No, no, sin besos.
- Perdón
- Cuál perdón, siga sobándomela así, así, así, así, ASÍ!!!
- Jefe, ¿cuánto le debemos?
- Yo pago
- No, no, tranquilo. Yo te invito, vos invitaste a la fiesta.
Este texto se publicó originalmente en Revista Kasandra, durante la década de los 90s