En el futuro no hay carros voladores
por Anastasia Molina Ross
ilustraciones por Sebas Fallas
En el futuro hay incertidumbre
A veces el presente también es incierto, como hoy
Por eso creo tan importante aprender a escucharnos
Recordar los caminos que hay que recorrer para conectar el cuerpo con la mente
Y que podamos sentirnos completos
Para abrazar a la muerte con calma, cuando decida llegar
Mientras afuera todo tiembla, podamos sentir la certeza adentro
La certeza de ser
Pequeña guía para aprender a escucharse:
Es más fácil escucharse cuando hay silencio, por eso algunes le huímos tanto. Para aprender a escucharnos, creo esencial enfrentarse a ese vacío; sin música, sin la voz de otras personas, sin el televisor encendido, sin los gritos y lo más importante, sin ponerle tanta atención a nuestros pensamientos.
El ruido de la mente es complicado, me gusta imaginarla como una pantalla de cine donde se están proyectando tomas del cielo. En la pantalla azul entran y salen nubes que aparecen y desaparecen al antojo del viento. He leído varias veces que una técnica es intentar observar nuestros pensamientos, como si fueran una de esas nubes que entran y salen de la pantalla, sin aferrarnos a ellas y sin juzgarlas. Nuestra mente es la fuerza del viento y así como a esta última, hay que dejarla fluir sin resistirse.
Meditar nos da pereza, siempre lo posponemos, sentimos que no sabemos como hacerlo o que no tenemos tiempo, que estamos muy cansades, que tenemos sueño o nos pica todo el cuerpo. Pero cuando por fin logramos sentarnos a meditar, a crear de nuevo una vía de comunicación entre todas las partes que nos conforman, comenzamos a recuperar el poder de escucharnos.
Contemplar. Tomar fotos, leer, desyerbar el jardín, ver el cielo, hacer yoga, bailar y pintar, son todas actividades que me permiten entrar en este estado. Un estado de calma, de presencia. Por eso muchas veces es más sencillo recurrir a estas actividades cotidianas que sentarme a meditar, pero creo que puede que sean igual o hasta más efectivas. Me gusta pensar que es como llevar la práctica meditativa al plano de la vida real. Hacer que se borren un poco los bordes del deber ser, para conectar con este gran momento llamado presente.
Crear es mi lugar seguro, cuando todo lo demás falla y no logro escucharme, escribo. Creo que encontrar nuestro propio lugar seguro, donde esto nos suceda naturalmente, es una clave indispensable para aprender a escucharse.
Se siente como flotar boca arriba en una poza o aguantar la respiración en el fondo de la piscina, un lugar donde la gravedad es menos densa. Donde logramos fluir con el universo -porque eso es crear y por eso se siente como magia- es donde le otorgamos sentido a las cosas y escuchamos todo claramente.